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lunes, 11 de noviembre de 2013

Lectura digital y su realidad innegable



Una de las consecuencias de la popularización del acceso a Internet y el uso de los computadores personales en los hogares es el desplazamiento del medio lectura. La pantalla, cada vez más amplia y nítida, con una inmensa gama de colores, con el tamaño de las fuentes ajustable a discreción es superior indiscutiblemente a la hoja de papel rígida, monocromática y pesada, reducida a un formato único. Hay otros factores que dejan al libro en desventaja. El lector de la pantalla no esta amarrado ni comprometido con el texto. Si no le gusta puede “scroliarlo”; si tiene un interés específico, puede apoyarse en las herramientas de búsqueda; el texto digital puede venir con ayudas de acceso directo a las referencias o indirecto por medio de pantallas auxiliares donde se desplieguen imágenes, ilustraciones, mapas, videos, relacionados con el texto, todos sin el condicionamiento y la limitación del formato del papel. Es decir, pensar que la lectura digital no arrollará a la lectura de libros de papel es negar los hechos palpables.
El problema es que la tendencia de la lectura en pantallas no tiene la menor posibilidad de detenerse. Ya no es sólo la lectura de los textos en Internet, hay también progresos tecnológicos en los teléfonos celulares, con los mensajes de texto; aparatos livianos  y resistentes (USB, Kindle) para transporte de información digital que permiten la lectura de gran número de libros en formato de e-text, sin restricciones del sitio donde se usen; que siguen poniendo al libro a la defensiva. Esta vez desde el punto de vista la ubiquidad. Finalmente están emergiendo sitios undergrown para compartir libros, especialmente textos universitarios costosos, que amenazan a la industria editorial en la misma forma que ocurrió con las casas disqueras y la popularización del formato Mp3. El formato de intercambio que más auge está adquiriendo es el pdf, acogido como estándar internacional hace poco, porque conserva la fidelidad al texto de libro original con preservación de las fuentes, paginación, colores e imágenes. Hay también intentos de almacenamientos masivos como el de Google.Books, el proyecto Gutemberg, la biblioteca Cervantes e intentos fallidos como el de Microsoft (search book) que arrasó en un día la estructura de un trabajo de digitalización de cerca de un millón de libros hecha durante tres años.
 

Tomado de:
www.elabedul.net/Articulos/la_lectura_digital.php